Cruces
Las fiestas de Mayo se inician con las Cruces, una tradición festiva en la que se combina la diversión con lo sagrado, cuyos orígenes se remontan a la Córdoba romana. Se trata de una celebración en la que los vecinos se reúnen para disfrutar en torno a una cruz adornada con flores que ha sido instalada por alguna hermandad, peña o asociación cultural.

Las Cruces de Mayo constituyen una de las principales fiestas de Córdoba. En esta celebración, miembros de hermandades, peñas u otro tipo de colectivo colocan una cruz latina de gran tamaño recubierta de flores en los principales rincones de la ciudad. Por lo general se usan claveles rojos y blancos. A su alrededor se disponen macetas, mantones de manila, sillas de mimbre, jarrones, y algunos elementos tradicionales, como la guitarra española y el sombrero cordobés.

Cerca de las cruces sus organizadores pueden colocar una barra donde se puede disfrutar de la comida típica de la ciudad. Además, el recinto cuenta con música, lo que proporciona una mayor diversión a los asistentes. El horario de actividad se limita a las 2 de la mañana para no perturbar el descanso de los vecinos.

El concurso establece tres modalidades: Zona Histórica, Zona Moderna y Recintos Cerrados. En la primera participan las cruces que se localizan en las plazas o en cualquier lugar del casco antiguo, mientras que las Zonas Modernas se encuentran fuera del mismo. Finalmente, la última categoría se refiere a aquellas instaladas en algún tipo de inmueble.

Además, en el mismo período que las Cruces, se celebra el tradicional Certamen de Academias de Baile, que reúne a los alumnos de flamenco de las principales escuelas y academias de Córdoba para que actúen la Plaza de las Tendillas.

La Cruces de Mayo constituyen una tradición popular que se remonta a la Antigua Roma. Durante siglos se colocaron en plazas de numerosos municipios de España, pero a pesar de su éxito, llegaron a desaparecer en algunos lugares, como es el caso de Córdoba. Sin embargo, tras varios años en que sus habitantes se vieron privados de esta fiesta, el Real Centro Filarmónico estableció una cruz en el Palacio de los Páez de Castillejo en 1924. En torno a ella se celebraron alegres veladas, que supusieron tal éxito que el alcade José Cruz Conde decidió convocar al año siguiente el primer concurso de Cruces instaladas en patios. Para su organización consultó al artista Enrique Romero de Torres y anunció premios en metálico. La ganadora fue la cruz de Ocaña 1, colocada en la sede de la Juventud Recreativa cuyos miembros recibieron como premio 75 pesetas.

Este concurso se celebró durante cinco años hasta que la crisis económica que atenazaba al país provocara su finalización. De esta época destaca el certamen de 1929 pues coincidió con la visita a la ciudad por parte del presidente del Consejo de Ministros Miguel Primo de Rivera. Esta edición destacó además por la entrega de tres primeros premios de 300 pesetas cada uno entre las cuarenta cruces que participaron en este año.

La instauración de la Segunda República en 1931 no supuso el regreso de las "Cruces en patios", puesto que se trataba de un certamen vinculado a la dictadura primorriverista. De modo que dos años después, se convocó un concurso en el que únicamente participarían los patios cordobeses. Más tarde, el gobierno franquista tampoco se interesaría en recuperarlo. Sin embargo, fueron los propios vecinos quienes mantuvieron viva la tradición al exponer cruces en algunas zonas como el Alcázar Viejo o el barrio de la Huerta de la Reina.

Habría que esperar a 1953 para que el cartel de las Ferias y Fiestas de Mayo anunciara la convocatoria de los "Concursos populares de Cruces de Mayo, en plazas y patios cordobeses". El alcalde Antonio Cruz Conde, impulsor de la modernización de Córdoba, ordenó la sustitución del certamen de patios por éste debido al escaso éxito obtenido en ediciones anteriores. Aunque estas dos fiestas se mantendrían unidas sólo un año más, pues en 1955 se establecieron certámenes diferentes. De este período resulta además importante la labor de las peñas a la hora de montar su propia cruz, convirtiéndose en las principales impulsoras del festejo. Entre ellas sobresale la Peña "Los 14 Pollitos", cuya cruz localizada en la calle Montero 30 ganó en 1953.

A las cruces colocadas por las peñas se incorporarían las montadas por las cofradías y las asociaciones de vecinos durante los años 70. En concreto, fue la Hermandad de Jesús Nazareno la primera en participar en el certamen en 1974. En esta década llegó al gobierno de la ciudad Julio Anguita. Durante su mandato (1979-1985) tuvo lugar un progresivo aumento de cruces que concurrieron en el concurso, siendo 1985 el año de mayor participación con 90 de ellas.

Tras la dimisión de Anguita, Herminio Trigo asumió la alcaldía desde febrero de 1986 hasta 1995. Entre las medidas que adoptó acerca del concurso, destaca la creación en 1991 de unas normas más estrictas para poder concursar, debido a la baja calidad de las cruces presentadas en años anteriores. Debido a ello, participaron únicamente 48, casi la mitad que las que concurrieron en la edición anterior. Además, en el siguiente año se crearon las tres modalidades que existen actualmente: Zona Histórica-Artística, Zona Moderna y Recinto Cerrado. Cada una de ellas contaba con tres premios de 90.000 pesetas para el primero, 70.000 el segundo y 50.000 el tercero.

En los cuatro concursos celebrados durante el gobierno del Partido Popular (1995-1999), la participación se mantuvo en unas 65 cruces y aumentó ligeramente la dotación de los galardones. En esta misma línea se establecieron las bases del primer concurso convocado por la alcaldesa Rosa Aguilar en 1999. Así, el primer premio obtuvo 175.000 pesetas, el segundo 125.000 pesetas y el tercero 100.000. En concreto en esta edición ganó la cruz de la Peña El Limón en la Zona Histórico-Artística, la de la Peña Cultural de Alcolea en la Zona Moderna y, finalmente, la cruz de la Asociación de Vecinos Alcázar Viejo en la modalidad de Recinto Cerrado. En años posteriores las normas del concurso se mantuvieron prácticamente sin cambios.

Actualmente, el Ayuntamiento concede una ayuda económica de 700 euros a las mejores cruces que concurren en el concurso. Además, aquellas que ganen en alguna de las tres modalidades obtendrán 1.200 euros. Las cruces que queden en segundo lugar se les recompensará con 900 euros, mientras que las que sean galardonadas con el tercer premio recibirán 700 euros. A la hora de valorarlas, el jurado tiene en cuenta la decoración de la cruz, prestando especial atención a la variedad y cantidad de flores usadas para ello, el aprovechamiento de los elementos del entorno y el esfuerzo de los vecinos de la zona por mantener esta tradición festiva.

La celebración de las Cruces es una costumbre arraigada en Andalucía, aunque no se conoce con certeza cuáles son sus orígenes. Entre las diversas teorías que han surgido al respecto, destaca la asimilación cristiana del culto pagano al árbol como símbolo del comienzo de la primavera, de la exuberancia de la naturaleza y del despertar del amor. Cuando finalizaba el mes de abril, los antiguos romanos decoraban con cintas, guirnaldas o flores un árbol o una cucaña, que se situaban en los principales lugares de sus ciudades y en torno a ellos se divertían danzando y cantando.

Con la llegada al poder de los primeros cristianos, éstos trataron probablemente de abolir esta fiesta tan vinculada a la anterior religión. Sin embargo, se trataba de una tradición muy generalizada entre las clases populares, por lo que decidirían adaptarla a la adoración de la Virgen en mayo. Para ello sustituyeron el elemento arbóreo por cruces de madera, siendo éstas uno de los principales motivos de devoción cristiana.

Otra teoría afirma que las Cruces tendrían su origen en la fiesta litúrgica de la "Invención de la Santa Cruz", celebrada en el 3 de mayo desde al menos a mediados del siglo VII, momento en que fue fijada por el Liber Iudiciorum o Lex gothica, un código legal visigodo. Con este festejo se conmemoraba el hallazgo de la Vera Cruz o Santa Cruz por la emperatriz Elena de Constantinopla, madre del emperador Constantino en torno al año 326.

Según la Leyenda dorada de Santiago de la Vorágine (1264), Santa Elena viajó a Jerusalén con objeto de encontrar el Santo Sepulcro. Cuando llegó a la ciudad, sometió a interrogatorio a los judíos más sabios del país para saber el lugar en que Cristo fue crucificado. Obtenida la información, la emperatriz se dirigió hacia el Gólgota, una colina situada a las afueras de la ciudad donde hacía 200 años se había erigido un templo dedicado a la diosa romana Venus. Al llegar ordenó derribarlo y excavar en el solar. Tras varios días de trabajo se encontaron las tres cruces que nombran los Evangelios: la de Jesús y las de los ladrones que fueron ajusticiados con él. Para averiguar cuál era la que había pertenecido a Cristo, Santa Elena mandó traer un cadáver que resucitó al estar en contacto con la auténtica cruz.

La "Invención de la Santa Cruz" fue suprimida del calendario litúrgico por el papa Juan XXII en el siglo XIV y se incluyó en la celebración de la "Exaltación de la Santa Cruz" que tenía lugar el 14 de septiembre. Esta fiesta rememoraba la victoria del emperador Heraclio sobre los persas en el año 629, mediante la cual se restituyó a Occidente una de sus mitades.

Las actuales Cruces de Córdoba son el fruto de una tradición enraizada no sólo en Andalucía, sino también en el resto de España. Se trata de la celebración del comienzo de la primavera, una exaltación de la vida donde la participación popular adquiere una gran importancia. Así, en otros tiempos, los cordobeses solían salir al campo en mayo para recolectar flores que decorarían las cruces colocadas en lugares públicos y en las mayorías de las viviendas.

En las casas de vecinos también existía esta práctica. Sus inquilinos adornaban sus cruces con mantones de manila y con las macetas que cuidaban con esmero en sus patios durante todo el año. Por su parte, los niños salían con tableros sostenidos por dos varas paralelas, procesionando la cruz por las calles del barrio mientras que pedían dinero. Esta tradición no se ha perdido totalmente en la actualidad, pues los pequeños crean sus propias cruces usando cajas de zapatos, papel de seda y flores donde se guarda también el dinero dado por los vecinos.

Además, en otras localidades de Andalucía las mujeres solían reunirse alrededor de las cruces que montaban en sus hogares. Junto a ellas se organizaban bailes a los que acudían el resto de sus vecinos, por lo que se facilitaba el emparejamiento entre los asistententes. Con toda probabilidad los jóvenes de ambos sexos esperarían ansiosos la llegada de esta fiesta, ya que eran escasos los momentos que pasasen juntos durante el resto del año. En el festejo, las mujeres eran las protagonistas de la velada. Mientras permanecían sentadas cerca de la cruz, los hombres circulaban a su alrededor buscando su atención.

Otra antigua tradición relacionada con las cruces eran las "mayas", una fiesta que consistía en la instalación en un estrado de una niña vestida de novia acompañada de un niño. Las primeras referencias que se dispone sobre el festejo son del siglo XIII, pero su descripción la aporta Sebastián de Covarrubias, un lexicógrafo y criptógrafo del siglo XVI. En su Tesoro de la lengua castellana o española (1611) define esta fiesta como "una manera de representación que hacen los muchachos y las doncellas, poniendo en un tálamo un niño y una niña, que significan el matrimonio, y está tomado de la antigüedad, porque en este mes era prohibido casarse".

Con el transcurrir de los años, la fiesta varió en cuanto a su forma de celebración. En el siglo XIX se escogía a la mujer más bella del pueblo, a quien adornaban con guirnaldas de flores para que presidiera los bailes. Su cortejo, compuesto por otras muchachas de la localidad, pedían a aquellos que encontraran por la calle "un cuartito para la maya, que no tiene manto ni saya". A pesar de que esta tradición se ha perdido, quizás se puede considerar que las ceremonias de elección de reinas de los festejos y damas son fruto de su evolución y adaptación a otros tiempos.